Peter Pan

14.  El barco pirata

Una luz verde que pasaba como de soslayo por encima del Riachuelo de Kidd, cercano a la desembocadura del río de los piratas, señalaba el lugar donde estaba el bergantín, el Jolly Roger, en aguas bajas: un navío de mástiles inclinados, de casco sucio, cada bao aborrecible, como un suelo cubierto de plumas destrozadas. Era el caníbal de los mares y apenas le hacía falta ese ojo vigilante, pues flotaba inmune en el terror de su nombre.

Estaba arropado en el manto de la noche, a través del cual ningún ruido procedente de él podría haber llegado a la orilla. Apenas se oía nada y lo que se oía no era agradable, salvo el zumbido de la máquina de coser del barco ante la cual estaba sentado Smee, siempre trabajador y servicial, la esencia de lo trivial, el patético Smee. No sé por qué resultaba tan inmensamente patético, a menos que fuera porque era tan patéticamente inconsciente de ello, pero incluso los hombres más aguerridos tenían que apartar la mirada de él apresuradamente y en más de una ocasión, en las noches de verano, había removido el manantial de las lágrimas de Garfio, haciéndolas correr. De esto, como de casi todo lo demás, Smee era totalmente inconsciente.

eXTReMe Tracker