La segunda a la derecha y todo recto hasta la mañana. Ése, según le habÃa dicho Peter a Wendy, era el camino hasta el PaÃs de Nunca Jamás, pero ni siquiera los pájaros, contando con mapas y consultándolos en las esquinas expuestas al viento, podrÃan haberlo avistado siguiendo estas instrucciones. Es que Peter decÃa lo primero que se le ocurrÃa.
Al principio sus compañeros confiaban en él sin reservas y eran tan grandes los placeres de volar que perdÃan el tiempo girando alrededor de las agujas de las iglesias o de cualquier otra cosa elevada que se encontraran en el camino y les gustara.
John y Michael se echaban carreras, Michael con ventaja. Recordaban con desprecio que no hacÃa tanto que se habÃan creÃdo muy importantes por poder volar por una habitación.
No hacÃa tanto. ¿Pero cuánto realmente? Estaban volando por encima del mar antes de que esta idea empezara a preocupar a Wendy seriamente. A John la parecÃa que iban ya por su segundo mar y su tercera noche.