La barra de los tres golpes

A los pocos meses no admitió más que conversaciones en inglés, aunque no se entendiesen completamente. Pasar el frente era un suplicio, pues no se había concluido d econtestar una pregunta cuando salía otra, disparada como bala; imposible leer un párrafo entero, pues interrumpía en cualquier parte pidiendo explícaciones y haciendo conjugar los verbos en su pasado, su presente y su futuro. De tenacidad única, a veces la oreja cerca de la cual él hablaba debía secarse con un pañuelo. Con el teníase la sensación de que podía existir la lluvia horizontal.

 

 

VII

 







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