La barra de los tres golpes

Pero en ocasiones las excusas no surtían efectos; y cuando a un agente se le agregaban otros, entonces, agotada la dialéctica se apelaba al recurso de la estrategia: divididos en grupos de a dos o de a tres, iniciaban la dispersión a toda carrera, en la cual el factor decisivo de la victoria era la desesperación de la huída.

 

 

XIII

 

Joaquín R. Abal y yo, en lo atinente a la edad, representábamos los extremos, con 27 y 14 años respectivamente. Y para cumplir con el aforismo de que todos ellos se tocan, ocupábamos bancos contiguos.

Para quienes formábamos el grupo de menores, es decir, entre catorce y diecisiete años, Abal actuaba un poco como maestro y otro poco, como hermano mayor. Tenía mucha paciencia, sabía ser delicado y condescendiente en su trato; bromeaba con finura sin caer en groserías y por su carácter contagiosamente alegre, resultaba muy grato estar a su lado. Conocía infinidad de cuentos, anécdotas y chistes de tono subido que contaba con gracia y se escuchaban con interés.

Uno de sus méritos fue la invención de la "estufa natural".

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