"Hay cuatro mecanógrafas en mi oficina y cada una de nosotras tiene que tomar las cartas de varios hombres. De cuando en cuando nos armamos un lÃo en esta tarea y, en una ocasión, cuando un subjefe de sección insistió en que debÃa rehacer una carta, me sublevé. Traté de convencerlo de que la carta podÃa ser corregida sin ser rehecha, pero él me replicó que, si no rehacÃa la carta, ya encontrarÃa quien lo hiciera. Yo estaba fuera de mÃ. Pero, al comenzar a rehacer la carta, me dije que serÃan muchas las personas que disfrutarÃan con la oportunidad de hacer el trabajo que yo estaba haciendo. Me dije también que me pagaban un sueldo para hacer precisamente lo que estaba haciendo. Empecé a sentirme mejor. De pronto decidà hacer el trabajo como si verdaderamente disfrutara con él, a pesar de que lo despreciara. E hice asà este importante descubrimiento: hacer el trabajo como si verdaderamente se disfrutara con él, per-mite cierto disfrute. También he averiguado que puedo trabajar más de prisa si disfruto con mi trabajo. Tal es la razón de que muy rara vez tenga ahora que trabajar fuera de las horas ordinarias. Esta nueva actitud mÃa me conquistó la reputación de buena trabajadora. Y, cuando uno de los jefes de sección necesitó una secretaria particular, me eligió a mà para el puesto, porque, según dijo, yo siempre estaba dispuesta a hacer sin gruñir cualquier trabajo extraordinario. Este asunto del poder de una nueva actitud mental ha sido para mà un gran descubrimiento. ¡ Ha obrado maravillas!"