Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida

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por DEL HUGHES

En 1943 fui a parar a un hospital de veteranos de Albuquerque, Nuevo México, con tres costillas rotas y un pulmón afectado. Esto me había sucedido durante un ensayo de desembarco de fuerzas anfibias frente a las islas Hawai. Iba a saltar de la barcaza a la playa. En esto vino una ola poderosa, levantó la embarcación, perdí el equilibrio y caí a la arena. Caí con tanta fuerza que una de mis costillas rotas se clavó en el pulmón.

Después de pasar tres meses en el hospital experimenté la más violenta conmoción de mi vida. Los médicos dijeron que no observaban en mí ninguna mejoría. Tras mucho meditar me dije que era la preocupación lo que me impedía curarme. Estaba acostumbrado a una vida muy activa y, durante aquellos tres meses, había permanecido tumbado boca arriba las veinticuatro horas del día sin otro quehacer que pensar. Y cuanto más pensaba, mas me preocupaba: me preocupaba el problema de saber si volvería a ocupar mi puesto en la sociedad. Me preocupaba preguntándome si quedaría tullido por el resto de mi vida y si podría casarme y llevar una vida normal.

Pedí al médico que me trasladara a la sala inmediata, llamada el "Country Club", porque se permitía a los pacientes instalados en ella hacer casi todo lo que les daba la gana.

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