Alicia en el País de las Maravillas

A través de la tarde dorada

A través de la tarde dorada

el agua nos lleva sin esfuerzo por nuestra parte,

pues los que empujan los remos

son unos brazos infantiles

que intentan, con sus manitas

guiar el curso de nuestra barca.

 

Pero, ¡las tres son muy crueles!

ya que sin fijarse en el apacible tiempo

ni en el ensueño de la hora presente,

¡exigen una historia de una voz que apenas tiene aliento,

tanto que ni a una pluma podría soplar!

Pero, ¿qué podría una voz tan débil

contra la voluntad de las tres?

 

La primera, imperiosamente, dicta su decreto:

"¡Comience el cuento!"

La segunda, un poco más amable, pide

que el cuento no sea tonto,

mientras que la tercera interrumpe la historia

nada más que una vez por minuto.

 

Conseguido al fin el silencio,

con la imaginación las lleva,

siguiendo a esa niña soñada,

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