El último de los Mohicanos

Capítulo VIII

Aún esperan, los vengadores de la tierra nativa.

Gray.

La llamada de advertencia del explorador no fue en vano. Durante el feroz combate que se acaba de relatar el rugir de las cataratas no se vio acompañado de ningún sonido de origen humano. Era como si el eventual resultado de la contienda hubiera mantenido en compás de espera a los nativos apostados en ambas riberas, aparte de que los movimientos rápidos de los combatientes y sus constantes cambios de posición imposibilitaban cualquier intento de disparar sin poner en peligro a un miembro de su propio bando. No obstante, nada más concluir la pelea, un alarido alimentado por los más fieros y salvajes deseos de venganza pudo oírse por todo el contorno. A continuación, se produjeron sin demora las ráfagas de las carabinas, enviando nubes enteras de mensajeros de plomo por encima de las rocas y encarnando así la furibunda impotencia sufrida ante el insatisfactorio final del combate.



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