El último de los Mohicanos

Por lo tanto, cuando David y Duncan se vieron rodeados por los niños que estaban jugando entre la hierba, no encontraron más resistencia que esa frente a su llegada. No obstante, en cuanto fueron costos de cerca los intrusos, todo el grupo de jóvenes hizo sonar un grito colectivo al unísono, para luego desaparecer de la vista de sus visitantes, como por arte de magia. Los cuerpos delgados y desnudos de los revoltosos se camuflaban tan bien con el color de la vegetación a esa hora del día que parecía, ciertamente, que la tierra se los hubiera tragado; aunque una observación más cuidadosa del lugar por parte de Duncan le permitía descubrir las miradas fugaces de los oscuros ojos nativos por todas partes.

Lejos de sentirse animado por este incidente, y pensando en cuál sería la reacción ante su aspecto por parte de los mayores, Duncan sintió una tentación momentánea de retroceder. Sin embargo, ya era demasiado tarde para volver atrás. El griterío de los niños había hecho que una docena de guerreros apareciese a la puerta de la choza más cercana, desde donde aguardaban, formando un grupo disuasorio y amenazante, a los que tan inesperadamente se presentaban en sus dominios.



eXTReMe Tracker