El Principito

Capítulo 2

AHÍ tienen el mejor retrato que más tarde logré hacer de él.

Imagen

Viví así, solo, sin nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando hace seis años tuve una avería en el desierto del Sáhara. Algo se había estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.

La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:

—¡Por favor… píntame un cordero!

—¿Eh?

—¡Píntame un cordero!

eXTReMe Tracker