EL principito atravesó el desierto en el que sólo encontró una flor de tres pétalos, una flor de nada.
—¡Buenos dÃas! —dijo el principito.
—¡Buenos dÃas! —dijo la flor.
—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.
La flor, un dÃa, habÃa visto pasar una caravana.
—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raÃces. Esto les molesta.
—Adiós —dijo el principito.
—Adiós —dijo la flor.