Oliver Twist

Capítulo IX

En el que dan más detalles acerca del agradable caballerito y de sus aventajados discípulos

Estaba bastante avanzada la mañana siguiente cuando Oliver despertó de su dilatado y profundo sueño. En la estancia no vio a nadie más que al judío, quien removía con una cuchara de hierro el café que estaba hirviendo en una cacerola. Silbaba entre dientes el judío mientras estaba entregado a la ocupación indicada, y de tanto en tanto interrumpía los silbidos y la operación para escuchar atento ruidos o rumores que no sonaban, volviendo a su tarea luego que había adquirido el convencimiento de que el silencio era absoluto.

Aunque Oliver no dormía ya, es lo cierto que tampoco estaba completamente despierto. Existe un estado de sopor, intermedio entre la vigilia y el sueño, durante el cual sueña el hombre más en cinco minutos, con los ojos medio entornados y medio dándose cuenta de todo lo que en torno suyo pasa, que en cinco noches pasadas con los ojos completamente cerrados y sumidos todos los sentidos en una inconsciencia absoluta. En esas ocasiones es cuando el hombre puede formarse una idea ligera de las portentosas facultades del espíritu, que, desligado de las trabas que a sus operaciones opone la envoltura material, lánzase lejos de la tierra y se burla del tiempo y del espacio.

eXTReMe Tracker