Oliver Twist

Capítulo XI

Que trata del magistrado de policía señor Fang y ofrece un ejemplo de su manera de administrar justicia

Habíase cometido el robo en el distrito de un juzgado central muy conocido y a corta distancia del edificio en que aquél funcionaba, y como consecuencia, las turbas hubieron de renunciar al Placer de escoltar a Oliver no bien le hubieron acompañado durante el recorrido de dos o tres calles. Al llegar al lugar llamado Mutton-Hill, hicieron entrar al ladronzuelo por debajo de una bóveda de escasa elevación a un patio muy sucio que daba acceso a la sala de justicia. En el patio encontraron a un hombretón de descomunales patillas que llevaba en la mano un manojo de llaves.

—¿Qué hay de nuevo? —preguntó con indiferencia.

—¡Nada! ¡Un raterillo! —contestó el agente de policía.

—¿Es usted el robado, caballero? —preguntó el de las llaves al anciano.

—Sí, soy yo —respondió el interrogado—, pero no puedo asegurar que fuera este muchacho el que me quitó el pañuelo. Yo… quisiera que no se le tratase con rigor.

—Es preciso ver antes al señor magistrado —replicó el hombretón—. Dentro de medio minuto estará Su Señoría en disposición de oírnos. ¡Por aquí, tunante!

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