Oliver Twist

Capítulo XXIX

Se hace la presentación de algunos de los habitantes de la casa a la que fue a parar Oliver

En un comedor elegante, amueblado más bien con arreglo a la moda antigua que de conformidad con las leyes del gusto moderno, dos señoras, sentadas frente a una mesa irreprochablemente servida, se disponen a dar comienzo a su almuerzo. Giles, en traje de etiqueta completamente negro, era el encargado de servirlas. Situado entre el aparador y la mesa, erguido el cuerpo, alta y un poquito ladeada la cabeza, algún tanto adelantada la pierna izquierda, colocada la mano derecha sobre el Chaleco y tendida la izquierda, que tenía entre los dedos una servilleta, a lo largo del cuerpo, ofrecía aspecto de hombre que está perfectamente convencido de su mérito y de su importancia.

De las dos damas, era una de edad bastante avanzada, pero el alto respaldo de roble de la silla en que estaba sentada no era ciertamente más recto que su espalda. Luciendo un vestido prodigio de pulcritud y precisión, modelo singular de gusto pasado de moda con ligeras concesiones a las exigencias modernas, que lejos de atenuar el efecto del primero le realzaba, por el contrario, la dama en cuestión ofrecía una actitud de severa dignidad, sentada en su sillón y puestas las manos sobre la mesa. Sus ojos, cuyo brillo apenas si habían empañado muy ligeramente los años, contemplaban con atención a su joven compañera.

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