Oliver Twist

Capítulo XXXIX

Hace la presentación de algunos personajes respetables que conoce ya el lector, y demuestra que el judío y Monks se entendían perfectamente

La noche que siguió a la en que los tres dignos personajes a quienes se ha referido el capítulo anterior trataron y concluyeron el pequeño negocio allí narrado, el respetable Guillermo Sikes, al despertar de un sueño, preguntó con voz cansada qué hora podría ser.

No era el cuarto de Sikes el mismo que ocupara antes de su malograda expedición a Chertsey, aun cuando estuviese en el mismo barrio y a corta distancia de su anterior alojamiento, ni parecía tan apetecible como aquél, pues su mobiliario era pobre y escaso, pequeño el cuarto, y por añadidura no recibía más luz que la que dejaba pasar una ventanita sumamente estrecha, abierto por el borde mismo del alero del tejado, que daba a una callejuela solitaria y sucia. Ni faltaban tampoco otras indicaciones de que aquel hombre había sufrido reveses de fortuna, pues la escasez de muebles, a la pobreza de los pocos que quedaban, había que añadir la carencia casi absoluta de ropa blanca y de vestir, la falta total de confort, y mil otras cosas que acusan pobreza extrema, sin contar, con que la demacración del egregio señor Sikes era confirmación harto evidente de su precaria situación.

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