Oliver Twist

Capítulo XLV

Fajín encarga a Noé Claypole una misión secreta

A la mañana siguiente, levantóse el judío muy temprano y esperó con impaciencia la presentación de su nuevo discípulo, el cual pareció, a fin, bien que con considerable retraso, a tiempo para asaltar con voracidad de buitre el almuerzo.

—Bolter —comenzó el judío, tomando una silla y sentándose frente a Noé Claypole.

—Presente —contestó el llamado—. ¿Qué se ofrece? No me pregunte usted nada hasta que haya comido. Veo que tiene usted la mala costumbre de no dejar tiempo ni para digerir las comidas, lo que tengo por falta imperdonable.

—Siempre he creído que se puede comer y hablar al mismo tiempo —replicó Fajín, maldiciendo interiormente la voracidad de su nuevo recluta.

—¡Oh, sí! ¡Puedo hablar! ¡Hasta creo que la conversación azuza mi apetito! —respondió Claypole, cortando una rebanada de pan verdaderamente monstruosa—. ¿Dónde está Carlota?

—Fuera. La hice salir esta mañana con la otra joven, porque necesitaba estar a solas con usted.

—Preferible hubiera sido que le hubiera usted mandado que me preparase una buena tostada con manteca antes de salir; pero, en fin, hable usted, que sus palabras no han de detener el movimiento de mis mandíbulas.

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