Oliver Twist

Capítulo LIII

Y último

Toca a su desenlace la suerte de cuantas personas han figurado en esta historia. Lo poco que resta por decir, lo referirá el historiador con breves y sencillas palabras.

A los tres meses de haber ocurrido los sucesos que referidos quedan, contraían matrimonio Rosa Fleeming y Enrique Maylie en la iglesia de la aldea que debía ser escena de su feliz vida futura y tomaban posesión de su nuevo hogar.

La señora Maylie fue a vivir con los recién casados, para saborear, durante el resto de sus tranquilos días, la dicha mayor que la edad y la virtud pueden apetecer en este mundo: la contemplación de aquellos a quienes se ha consagrado el afecto más tierno a quienes se han prodigado los cuidados más solícitos.

Dio por resultado una investigación concienzuda que, si se dividían por igual entre Monks y Oliver los restos de la fortuna de que el primero se había apropiado, fortuna que nunca prosperó en sus manos ni en las de su madre, corresponderían a cada uno poco más de trescientas libras esterlinas. Ateniéndose a las disposiciones testamentarias de su padre, hubiera podido Oliver quedarse con todo; pero el señor Brownlow, a fin de no privar al hijo mayor del único medio que le quedaba de corregirse de sus antiguos vicios y de vivir honradamente, propuso la partición de la fortuna, y su proposición fue aceptada con alegría por Oliver.

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