Los hermanos Karamazov

EL PROCURADOR CONFUNDE A MITIA

Entonces se desarrolló una escena que Mitia no esperaba. Diez minutos antes, no habría sospechado ni remotamente que nadie osara tratarle a él, a Mitia Karamazov, de aquel modo. Se sintió humillado, expuesto a dejarse llevar de la arrogancia y el desdén. No le importó quitarse la levita, pero se le rogó que se desnudara por completo. Mejor dicho, se le ordenó. Mitia se dio perfecta cuenta de ello. Se sometió en silencio, con orgullo desdeñoso.

Al pasar al otro lado de la cortina, además de los jueces, le habían seguido varios patanes. «Sin duda, para prestar ayuda —pensó—. O tal vez para algo más.

»

—¿He de quitarme también la camisa? —preguntó Mitia, de pronto.

Pero Nicolás Parthenovitch no le contestó. Tanto él como el procurador estaban enfrascados y vivamente interesados en el examen de la levita, de los pantalones, del chaleco y del gorro.

«¡Qué desfachatez! No observan ni siquiera la corrección reglamentaria. »

—Les vuelvo a preguntar si he de quitarme la camisa —dijo Mitia, irritado.

—No se inquiete por eso: ya le diremos si se la tiene que quitar —repuso Nicolás Parthenovitch en un tono que pareció autoritario a Dmitri.

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