Los hermanos Karamazov

EL COLEGIAL

Pero Kolia ya no la oía. Al fin estaba libre. Al salir a la calle hundió momentáneamente la cabeza entre los hombros y exclamó: «¡Vaya frío!», y tomó el camino de la plaza del Mercado. Antes de llegar a la plaza se detuvo ante un edificio, sacó del bolsillo un silbato y lo hizo sonar con todas sus fuerzas. Sin duda, era una señal convenida. Un minutó después salió de su casa un niño de once años, de tez colorada y protegido, como Kolia, por un recio y elegante gabán.

Este muchacho era Smurov, alumno de la clase preparatoria (Kolia estaba ya en la sexta) a hijo de un funcionario acomodado, al que sus padres habían prohibido que fuera con Krasotkine, cuya conducta les parecía vergonzosa; de modo que Smurov había tenido que salir de su casa furtivamente.

Como el lector recordará, Smurov formaba parte del grupo que había apedreado a Iliucha hacía dos meses, y él fue el que habló con Aliocha Karamazov.

—He estado una hora esperándote, Krasotkine —dijo sin rodeos Smurov.

Los dos chicos siguieron el camino de la plaza.

—Si me he retrasado —repuso Kolia—, la culpa no ha sido mía, sino de las circunstancias. ¿No te azotarán por haberte reunido conmigo?

—¡Qué ocurrencia! A mí no me azotan nunca... Ya veo que está aquí Carillón.

eXTReMe Tracker