Los hermanos Karamazov

UNA DAMA DE POCA FE

Durante esta conversación con las mujeres del pueblo, la dama que esperaba en la habitación de la galería derramaba dulces lágrimas que enjugaba con su pañuelo. Era una mujer de mundo, muy sensible y con inclinaciones virtuosas.

Cuando el starets le habló al fin, se desbordó el entusiasmo de la dama:

—¡Cómo me ha impresionado esta conmovedora escena!

La emoción le cortó el habla, pero en seguida pudo continuar:

—Comprendo que el pueblo le adore. Yo también amo al pueblo. ¿Cómo no amar a nuestro excelente pueblo ruso, tan ingenuo en su grandeza?

—¿Cómo está su hija? Usted ha enviado a decirme que quería verme.

—Sí, lo he pedido con insistencia lo he implorado. Estaba dis—, puesta a permanecer tres días de rodillas ante sus ventanas para que usted me recibiera.

Hemos venido a expresarle nuestro entusiasta agradecimiento. Pues usted curó a Lise el jueves, la curó por completo, orando ante ella y aplicándole las manos.

Anhelábamos besarlas y testimoniarle nuestra gratitud y nuestra veneración.

—¿Dice usted que la he curado? ¡Pero si está todavía en su sillón!

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