Los hermanos Karamazov

CAPITULO PRIMERO

EN LA ANTECÁMARA

Fiodor Pavlovitch vivía bastante lejos del centro de la población, en una casa un tanto vieja pero todavía sólida. El edificio estaba pintado de gris y cubierto con un tejado metálico de color'rojo. Era espacioso y cómodo. Tenía planta baja, entresuelo y numerosas escalerillas y rincones ocultos. Las ratas pululaban en él, pero Fiodor Pavlovitch no sentía ninguna aversión hacia ellas.

—Gracias a las ratas —decía—, las noches no son tan tediosas cuando uno está solo.

Y es que tenía la costumbre de enviar a los domésticos a dormir en el pabellón, quedándose él encerrado en la casa. Este pabellón estaba en el patio y era vasto y sólido. Fiodor Pavlovitch había hecho instalar la cocina en él: no le gustaba el olor a guisos. Así, tanto en verano como en invierno, había que transportar los platos de comida a través del patio.

Era una casa construida para una gran familia. Habría podido albergar un número de dueños y servidores cinco veces superior al que a la sazón la habitaba.

En la época de nuestro relato, el cuerpo del ediflcio principal estaba ocupado exclusivamente por Fiodor Pavlovitch y su hijo Iván, y el pabellón, por tres domésticos: el viejo Grigori, su mujer —Marta— y un criado joven: Smerdiakov.

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