En las montañas de la locura

Eran las cuatro pasadas cuando Lake se dispuso a dejar de transmitir y nos aconsejó que nos retiráramos a descansar, como lo harían él y su gente tan pronto como ‘las defensas fueran un poco más altas. Mantuvo una conversación amistosa con Pabodie a través del aire, y reiteró su alabanza de las maravillosas barrenas que le habían ayudado a hacer el descubrimiento. Atwood también transmitió saludos y elogios. Yo felicité a Lake efusivamente y reconocí que tuvo razón al insistir en ‘hacer la excursión hacia el Oeste, y, finalmente, todos acordamos ponernos al habla por radio a las diez de la mañana siguiente si la tempestad había amainado; Lake enviaría un aeroplano para recoger al grupo de mi base. Justo antes de acostarme envié un mensaje final al Arkham con instrucciones de que rebajaran el tono de las noticias del día para el consumo del mundo exterior, pues dar todos los detalles me parecía que podía levantar una ola de incredulidad hasta que fueran comprobados.

III

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