El Príncipe

Puesto que un príncipe no puede practicar públicamente esta virtud sin perjuicio, convendrá, si es sensato, despreocuparse si es tildado de tacaño; porque, con el tiempo, al ver que con su avaricia le bastan las rentas para defenderse de sus atacantes y acometer nuevas empresas sin gravar al pueblo, será tenido siempre por más pródigo, pues practica la generosidad con todos aquellos a quienes no quita, que son innumerables, y la avaricia con todos aquellos a quienes no da, que son pocos.

En nuestros tiempos sólo hemos visto hacer grandes cosas a los hombres considerados tacaños; los demás siempre han fracasado. El papa Julio II, después de usar la fama de pródigo para llegar al Pontificado, la descuidó a fin de poder hacer la guerra. El actual rey de Francia ha sostenido tantas guerras sin imponer tributos extraordinarios a sus súbditos porque, con su extremada fortuna, proveyó a los superfluos. Si el actual rey España hubiera sido espléndido no habría realizado ni vencido en tantas empresas.





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