EL SOFISTA o del ser

El sofista o del ser

TEODORO — TEETETO — UN EXTRANJERO DE ELEA — SÓCRATES

TEODORO: —Como convinimos ayer, Sócrates, aquí estamos cumpliendo nuestra cita puntualmente, y te traemos a este extranjero, natural de Elea, de la secta de Parménides y Zenón, que es un verdadero filósofo.

SÓCRATES. —Quizá, querido Teodoro, en lugar de un extranjero, me traes algún dios. Homero refiere[1] que los dioses, y particularmente el que preside a la hospitalidad, han acompañado muchas veces a los mortales justos y virtuosos, para venir entre nosotros a observar nuestras iniquidades y nuestras buenas acciones. ¿Quién sabe si tienes tú por compañero alguno de estos seres superiores, que haya venido para examinar y refutar nuestros débiles razonamientos, en una palabra, una especie de dios de la refutación?

TEODORO. —No, Sócrates; no tengo en tal concepto a este extranjero; es más indulgente que los que tienen por oficio el disputar. Pero si no creo ver en él un dios, lo tengo por lo menos por un hombre divino, porque para mí todos los filósofos son hombres divinos.

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