Sandokan el Rey del Mar

Capítulo 9 La traición de los colonos

Durante toda la noche, el huracán siguió rugiendo con inusitada violencia, acompañado de una lluvia torrencial que semejaba un verdadero diluvio, y el agua, corriendo a lo largo de los flancos del gigantesco escollo, se precipitaba en la playa en forma de pequeñas cascadas, empapando a los tres náufragos.

Los truenos eran ensordecedores; retumbaban entre las nubes tempestuosas, y en lo alto de la cumbre del islote se oía rugir el viento con inusitado furor.

La zona de mar comprendida entre las tres Islas estaba espantosamente embravecida. Montañas de agua se volcaban incesantemente sobre la playa, mugiendo en derredor de la escollera, saltando, cabalgando unas sobre otras. La espuma, Impulsada por las ráfagas de viento, llegaba hasta debajo de la peña donde se habían refugiado los tres náufragos, con gran disgusto de Damna.

-¡Qué noche más espantosa! -decía la joven -. ¿Qué le habrá sucedido a nuestro barco? ¿Podrá el señor Sandokán hacer frente a la tempestad? ¿Qué opina usted, sir Moreland, usted que también es marino?

-Que el barco no corre peligro alguno -contestó el angloindio -. Habrá sido empujado bastante lejos, probablemente, y el Tigre de Malasia se habrá visto forzado a ponerse a la capa para huir del huracán. Esta es la región de las tempestades.

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