Sandokan el Rey del Mar

-No lo creo, señorita. ¿Quién me dice que el comandante de ese barco no sea amigo mío? En ese caso, nos entenderíamos fácilmente. El señor De Gomara se ha portado conmigo como un caballero, y yo no he de serio menos que él.

-¿Ha olvidado usted la aventura nocturna de Redjang?

-Una astucia de guerra, señorita, por la cual no conservo rencor alguno a usted ni a sus protectores.

-¡Es usted muy bueno, sir Moreland!

-No soy mejor ni peor que los demás. ¡Ah!

De pronto resonó un cañonazo que hizo retemblar las paredes del almacén.

-¡Un barco de guerra! -exclamó el angloindio.

-¿Será el Rey del Mar o el buque que esperan los isleños? -preguntó Yáñez.

-¡Pronto lo sabremos!

Ambos se lanzaron hacía la puerta, y la golpearon, gritando:

-¡Abrid! ¡Queremos ver desembarcar a los ingleses!

-¡Silencio! -tronó una voz amenazadora -. ¡Si fuerzan ustedes la puerta, hago fuego!

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