Sandokan el Rey del Mar

El Tigre de Malasia escudriñaba el océano utilizando un anteojo de gran alcance. Por el momento no se vela más que una columna de humo que se destacaba en el luminoso horizonte; pero el barco no debía de tardar en aparecer, pues el Rey del Mar Iba a su encuentro con una velocidad de doce nudos.

-¿Qué es, Sandokán? -preguntó Tremal-Naik, que se le había acercado.

-¡Un poco de paciencia, querido mío! -contestó el formidable pirata.

-¿Y si ese barco no es inglés?

-Se le saluda y se le deja marchar, pues no vamos a ponernos en guerra con el mundo entero.

-¿Lo ves?

-Ahora comienzo a distinguirle, y me parece que es un vapor mercante, porque no veo el gallardete rojo de los buques de guerra. Ya se destaca en el horizonte la arboladura. Bastará disparar un cañonazo sin bala para detenerle. Ordena que Sambigliong disponga cuatro chalupas con algunas ametralladoras, y que se armen sesenta hombres.

-¿Le abordaremos? -preguntó Kammamuri.

-Si es inglés, como supongo, sí. Nuestro crucero empieza mejor de lo que esperábamos, teniendo en cuenta los pocos días que hace que hemos dado principio a las hostilidades.

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