-¿De dónde viene, señor teniente? - preguntó en purísimo inglés, después de haberle mirado largamente.
-Vengo de Kohong a traer a usted víveres, de parte del gobernador. ¿No los esperaba usted, capitán?
-Sí; había pedido provisiones, porque aquí no es posible encontrarlas.
-Botellas y productos europeos, ¿no es eso?
-Sí, es verdad - contestó el capitán -. Pero no era necesario que me enviaran un oficial para traerme eso: bastaba con algunos soldados.
-No se atrevía a comunicarles las noticias que me ha encargado que transmita a usted personalmente.
-¿Noticias?
-¡Y graves, sir Moreland!
-¿Es usted el comandante de la guarnición de Kohong?
-Sí, capitán.
-Usted no es inglés.
-No, señor; soy español, y desde hace algunos años estoy al servicio del rajá de Sarawak.
-¿Y qué es lo que tiene usted que decirme?
Yáñez señaló a Tremal-Naik y a Damna, que permanecían en pie, inmóviles y llenos de asombro, pero sin pronunciar una sola palabra ni hacer el más pequeño movimiento que pudiera poner en guardia al capitán.