-Yo deseo ir con ustedes para combatir a los ingleses. Conozco, señor, todas las maravillosas empresas y aventuras que han realizado ustedes.
-¡Usted! -exclamó Yáñez, con acento burlón.
-¿Usted no sabe quién soy yo?
-No.
-Pues soy el demonio de la guerra, o, si así le parece mejor, el doctor Paddy O'Brien, de Filadelfia, en fin, un hombre que podrá causar grandes perjuicios a los ingleses. He aquí por qué no me negará usted el que me embarque en su crucero, juntamente con mi equipaje. Prestaré a ustedes preciosos servicios, no lo dude; tan grandes, que asombrarán al mundo entero, y que también le harán temblar.