La fierecilla domada

ESCENA I

Padua. Una plaza.

(Entran LUCENTIO y su criado TRANIO.)

LUCENTIO:

Por fin, Tranio, tras tanto como deseaba ver la hermosa Padua, cuna de las artes, heme aquí al cabo llegado a Lombardía, jardín delicioso de la gran Italia. En ella estoy, sí, gracias al cariño y autorización de mi padre, y, además, enriquecido con tu fiel compañía. Tranio, mi leal servidor, cuya abnegación tantas veces he puesto ya a prueba. Respiremos, pues, satisfechos, aquí, y empiece un período de trabajo sabio y de nobles estudios liberales…







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