Padua. Delante de la casa de Hortensio.
(Entran PETRUCHIO y su criado GRUMIO)
PETRUCHIO:
Verona, adiós te he dicho por algún tiempo con objeto de venir, como he venido, a ver a mis amigos de Padua. Y antes que otro alguno al más querido y mejor probado, mi buen Hortensio. Y esta es, si no me equivoco, su casa. ¡Aquí, Grumio, majadero! Da un porrazo.
GRUMIO:
¿Que dé un porrazo, mi amo? ¿A quién debo pegar? ¿Es que alguien ha insultado a vuestra señoría?
PETRUCHIO:
Pronto, bribón, golpéame ahí y bien fuerte.
GRUMIO:
¿Que os golpee ahí, mi amo? ¿Y quién soy yo, amo, para golpearos ahí?
PETRUCHIO:
¡Necio!, golpea al punto en esa puerta como es debido, o seré yo quien golpee tu cabeza de animal.
GRUMIO:
Estáis, mi amo, con ganas de disputa. Por supuesto, si yo empezase a golpearos, bien sé que pagaría al punto los vidrios rotos.
PETRUCHIO: