La riqueza de las naciones

IV

Los comerciantes e industriales, no satisfechos con el monopolio del mercado nacional, también aspiran a una gran venta exterior de sus bienes. Su país carece de jurisdicción sobre naciones extranjeras y por ello rara vez les puede asegurar allí un monopolio. Por ello deben contentarse generalmente con solicitar algunos incentivos para la exportación.

Los más razonables de esos estímulos son los llamados reembolsos. El permitir que los comerciantes se reembolsen cuando exportan el total o parte de los impuestos que gravan a la actividad local nunca ocasionará la exportación de una cantidad mayor de bienes de la que habría sido exportada si no hubiese impuestos. Esos estímulos no desvían hacia una inversión concreta una fracción mayor del capital del país que la que se habría dirigido a esa inversión espontáneamente, sino que sólo impiden que el impuesto desvíe parte alguna de esa fracción a otros empleos. No tienden a perturbar el equilibrio que naturalmente se establece entre las diversas actividades de la sociedad, sino a evitar que sea perturbado por los impuestos. No tienden a destruir sino a preservar lo que en la mayor parte de los casos conviene preservar: la división y distribución natural del trabajo en la sociedad.

Lo mismo puede decirse de los reembolsos sobre la reexportación de bienes extranjeros que han sido importados. …

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