Viaje al centro de la tierra

Puede calcular el lector la sensación que produciría en Hamburgo la vuelta del profesor Lidenbrock. Gracias a las indiscreciones de Marta, la noticia de su partida para el centro de la tierra se había esparcido por el mundo entero. Pero nadie la creyó, y, al verle de regreso, tampoco se le dio crédito.

Sin embargo, la presencia de Hans y las informaciones de Islandia modificaron la pública opinión.

Entonces mi tío llegó a ser un personaje importante, y yo, el sobrino de un ilustre sabio, lo que ya es alguna cosa. La ciudad de Hamburgo dio una fiesta en nuestro honor. Se celebró una sesión pública en el Jahannaeum, en la que el profesor hizo un detallado relato de su expedición, omitiendo, naturalmente, los hechos extraordinarios relativos a la brújula. Aquel mismo día depositó en los archivos de la ciudad el documento de Saknussemm, expresando el vivo sentimiento que le causaba el hecho de que las circunstancias, más poderosas que su voluntad, no le hubiesen permitido seguir hasta el centro de la tierra las huellas del explorador islandés. Fue modesto en su gloria, la cual hizo aumentar su reputación.


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