El fantasma de Canterville

Capítulo 2

 

La tempestad se desencadenó durante toda la noche, pero no produjo nada extraordinario. Al día siguiente, por la mañana, cuando bajaron a almorzar, encontraron de nuevo la terrible mancha sobre el entarimado.

-No creo que tenga la culpa el "limpiador sin rival" -dijo Washington-, pues lo he ensayado sobre toda clase de manchas. Debe de ser cosa del fantasma.

En consecuencia, borró la mancha, después de frotar un poco. Al otro día, por la mañana, había reaparecido. Y, sin embargo, la biblioteca había permanecido cerrada la noche anterior, porque el señor Otis se había llevado la llave para arriba. Desde entonces, la familia empezó a interesarse por aquello. El señor Otis se hallaba a punto de creer que había estado demasiado dogmático negando la existencia de los fantasmas. La señora Otis expresó su intención de afiliarse a la Sociedad Psíquica, y Washington preparó una larga carta a los señores Myers y Podmone, basada en la persistencia de las manchas de sangre cuando provienen de un crimen. Aquella noche disipó todas las dudas sobre la existencia objetiva de los fantasmas.

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