¡Goza, Florencia, ya que eres tan grande,
que por mar y por tierra bate alas,
y en el infierno se expande tu nombre!
Cinco nobles hallé entre los ladrones
de tus vecinos, de donde me vino
vergüenza, y para ti no mucha honra.
Mas si el soñar al alba es verdadero,
conocerás, de aquí a no mucho tiempo,
lo que Prato, no ya otras, te aborrece.
No fuera prematuro, si ya fuese:
¡Ojalá fuera ya, lo que ser debe!
que más me pesará, cuanto envejezco.
Nos marchamos de allí, y por los peldaños
que en la bajada nos sirvieron antes,
subió mi guía y tiraba de mí.
Y siguiendo el camino solitario,
por los picos y rocas del escollo,
sin las manos, el pie no se valía.
Entonces me dolió, y me duele ahora,
cuando, el recuerdo a lo que vi dirijo,
y el ingenio refreno más que nunca,
porque sin guía de virtud no corra;
tal que, si buena estrella, o mejor cosa,
me ha dado el bien, yo mismo no lo enturbie.
Cuantas el campesino que descansa
en la colina, cuando aquel que alumbra