Oh vosotros que en una barquichuela
deseosos de oír, seguís mi leño
que cantando navega hacia otras playas,
volved a contemplar vuestras riberas:
no os echéis al océano que acaso
si me perdéis, estaríais perdidos.
No fue surcada el agua que atravieso;
Minerva sopla, y condúceme Apolo
y nueve musas la Osa me señalan.
Vosotros, los que, pocos, os alzasteis
al angélico pan tempranamente
del cual aquí se vive sin saciarse,
podéis hacer entrar vuestro navío
en alto mar, si seguís tras mi estela
antes de que otra vez se calme el agua.
Los gloriosos que a Colcos arribaron
no se asombraron como haréis vosotros,
viendo a Jasón convertido en boyero.
La innata sed perpetua que tenía
de aquel reino deiforme, nos llevaba
tan veloces cual puede verse el cielo.
Beatriz arriba, y yo hacia ella miraba;
y acaso en tanto en cuanto un dardo es puesto
y vuela disparándose del arco,
me vi llegado a donde una admirable
cosa atrajo mi vista; entonces ella
que conocía todos mis cuidados,