La Divina Comedia

CANTO XII

Tan pronto como la última palabra

la bienaventurada llama dijo,

a girar comenzó la santa rueda;

y aún su vuelta no había completado,

cuando otra rueda giró en su redor,

uniendo canto a canto y giro a giro;

canto que tanto vence a nuestras musas

y sirenas en esas dulces trompas,

como la luz primera a sus reflejos.

Como se ven tras la nube ligera

dos arcos paralelos y de un mismo

color, cuando a su sierva envía Juno,

que aquel de fuera nace del de dentro,

al modo del hablar de aquella hermosa

que agostó Amor cual sol a los vapores,

haciendo que la gente esté segura,

por el pacto que Dios hizo a Noé,

que al mundo nunca más anegaría:

así de aquellas rosas sempiternas

las dos guirnaldas cerca de nosotros

giraba, respondiendo una a la otra.

Cuando la danza y otro gran festejo

del cántico y del mutuo centelleo,

luz con luz jubilosa y reposada,

a un mismo tiempo y voluntad cesaron,

como los ojos se abren y se cierran

juntamente al placer que les conmueve;

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