Tan pronto como la última palabra
la bienaventurada llama dijo,
a girar comenzó la santa rueda;
y aún su vuelta no había completado,
cuando otra rueda giró en su redor,
uniendo canto a canto y giro a giro;
canto que tanto vence a nuestras musas
y sirenas en esas dulces trompas,
como la luz primera a sus reflejos.
Como se ven tras la nube ligera
dos arcos paralelos y de un mismo
color, cuando a su sierva envía Juno,
que aquel de fuera nace del de dentro,
al modo del hablar de aquella hermosa
que agostó Amor cual sol a los vapores,
haciendo que la gente esté segura,
por el pacto que Dios hizo a Noé,
que al mundo nunca más anegaría:
así de aquellas rosas sempiternas
las dos guirnaldas cerca de nosotros
giraba, respondiendo una a la otra.
Cuando la danza y otro gran festejo
del cántico y del mutuo centelleo,
luz con luz jubilosa y reposada,
a un mismo tiempo y voluntad cesaron,
como los ojos se abren y se cierran
juntamente al placer que les conmueve;