Cuando aquel que da luz al mundo entero
del hemisferio nuestro así desciende
que el día en todas partes se consuma,
el cielo, que aquél solo iluminaba,
súbitamente vuelve a hacerse claro,
con muchas luces, que a una reflejan.
Recordé este fenómeno celeste,
cuando calló aquel símbolo del mundo
y de sus jefes su bendito pico;
pues que todas aquellas vivas luces
entonaron, luciendo aún más, cantigas
que se han borrado ya de mi memoria.
¡Oh dulce amor que de risa te envuelves,
qué ardiente en esos sistros te mostrabas,
de santos pensamientos inspirados!
Cuando las caras y lucientes piedras
de las que vi enjoyado el sexto cielo
sus angélicos sones terminaron,
creí escuchar el murmurar de un río
que claro baja de una roca en otra,
mostrando la abundancia de su fuente.
Y como el son del cuello de la cítara
toma forma, y así del orificio
de la zampoña por donde entra el viento,
de igual manera, sin tardanza alguna,
por el cuello del águila el murmullo
subió, cual si estuviese perforado.