Sábado, 28
VOTINI es incorregible. Ayer, en la clase de religión, en presencia del Director, el maestro preguntó a Derossi si se sabÃa de memoria las dos estrofas del libro de lectura que empiezan con las palabras: «Doquiera la mente mÃa, sus alas rápidas lleva…» Derossi dijo que no las sabÃa y Votini se apresuró a decir que él sà las sabÃa. Lo dijo sonriendo, para mortificar a Derossi, pero el mortificado fue él, pues no pudo recitar la poesÃa, por entrar en el aula, mientras tanto, la madre de Franti, angustiada, despeinados sus grises cabellos, toda llena de nieve, llevando como a la fuerza a su hijo, que ocho dÃas antes habÃa sido expulsado de la escuela.
¡Qué escena más triste tuvimos que presenciar!
La pobre señora se hincó casi de rodillas delante del Director, con las manos cruzadas y diciéndole en tono suplicante:
—¡Tenga la bondad, señor Director, de admitir de nuevo a mi hijo en la escuela! Hace tres dÃas que está en casa, pero lo he tenido escondido. ¡No permita Dios que su padre lo descubra, porque es capaz de matarlo! ¡Tenga compasión de esta madre infeliz, que no sabe qué hacer! ¡Se lo pido con toda el alma!
El Director procuró llevarla fuera, pero ella se resistÃa sin dejar de suplicarle y de llorar.