Corazón

La disputa

Lunes, 20

PUEDO asegurar que no ha sido la envidia por haber recibido él un premio y yo no, el motivo de la disputa que esta mañana he tenido con Coretti. No ha sido por envidia, pero reconozco que he obrado mal.

El maestro le puso junto a mí. Yo estaba escribiendo en mi cuaderno de caligrafía; él me dio un empujoncito en el codo y me hizo echar un borrón hasta manchar el cuento mensual, Sangre romañola, que debía copiar para el albañilito, que está enfermo. Yo me enfadé y le dije una palabrota. Él me contestó sonriendo:

—No lo he hecho adrede.

Debería haberle creído, pues le conozco bien; sin embargo, me desagradó que se sonriese y pensé: «Éste se siente orgulloso porque le han dado el premio»; y luego, para vengarme, le di un empujón que le estropeó la plana. Entonces, montando en cólera, me dijo:

—¡Tú sí que lo has hecho aposta! —Y levantó la mano, que retiró de inmediato porque le observaba el maestro. Pero añadió en voz baja—: ¡Te espero a la salida!

Yo me quedé mortificado, se me desvaneció la furia y me arrepentí en mi interior.

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