CUENTO MENSUAL
Sábado, 26
EN 1859, durante la guerra de liberación de LombardÃa, pocos dÃas después de la batalla de Solferino y San Martino, ganada por los franceses e italianos contra los austrÃacos, en una hermosa mañana del mes de junio, iba un pequeño escuadrón de caballerÃa de Saluzzo por estrecha senda solitaria hacia las posiciones enemigas, explorando atentamente el terreno.
Mandaban el escuadrón un oficial y un sargento; todos miraban a lo lejos, delante de sÃ, con los ojos fijos y silenciosos, preparándose para ver blanquear de un momento a otro, entre los árboles, los uniformes militares de las avanzadas enemigas.
Llegaron asà a una casita rústica, rodeada de fresnos, delante de la cual sólo habÃa un chico de unos doce años, que descortezaba una ramita con una navaja para hacerse un bastoncito; en una de las ventanas de la casa tremolaba una bandera tricolor; dentro no habÃa nadie; los aldeanos, después de izar la bandera, habÃan desaparecido por miedo a los austrÃacos.
En cuanto el chico divisó la caballerÃa, tiró el bastón y se quitó la gorra. Era un guapo muchacho, de aire atrevido, con ojos grandes y azules, el pelo rubio y largo; estaba en mangas de camisa y se le veÃa el desnudo pecho.