Sus maneras cambian, hay movimiento y desasosiego, son no más constante y una gran luz aparece rojo en los cielos.
Cuando la sangre cae sobre la tierra, el destructor aparecerá y las montañas abrirán y eructar adelante encender y las cenizas.
Los árboles serán destruidos y todas las cosas vivas serán engullidas.
Las aguas serán tragadas para arriba por la tierra y los mares hervirán.
Los cielos quemarán brillantemente y rojo, habrá una tonalidad de cobre sobre la cara de la tierra, seguida por un día de oscuridad.
Una Luna Nueva aparecerá y se romperá para arriba y caerá.
La gente dispersará en locura.
Oirán el grito de la trompeta y de batalla del destructor y buscarán el refugio en la guarida en la tierra.
El terror comerá lejos sus corazones y su valor fluirá de ellos como el agua de una jarra quebrada.
Serán comidos para arriba en las llamas de la cólera y consumidos por la respiración del destructor.
Así en los días de cólera divina, que han ido, y será así en los días de condenación cuando viene otra vez.
Los tiempos de su venir y de ir se saben a el sabio.