Cantar de mío Cid

Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando; hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.

Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados, vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos, sin halcones de cazar y sin azores mudados.

Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:

“¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!

Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados”.








eXTReMe Tracker