El libro egipcio de los muertos

Conjuro LXXXIX

PARA UNIR EL ALMA AL CUERPO EN EL MÁS ALLÁ

¡Oh vosotros Espíritus divinos, que os movéis y transportáis las ofrendas

al templo de la Gran Divinidad,

dad a mi Alma el poder de penetrar

en todos los lugares que desee!

¡Y nutrid a mi Alma en cualquier parte que se halle!

(¡Observad! ¡Es el Ojo de Horus,

que se eleva ante ti, centelleante!)

Verdaderamente, del mismo modo que los Espíritus divinos del séquito de Osiris,

que están siempre en movimiento,

nunca reposan en la tumba,

del mismo modo a mí jamás me obligarán a acostarme en la tumba,

al contrario de lo que les ocurre a los millares que, en Heliópolis,

revolcados por la tierra,

se juntan con su carne putrefacta…

Yo tengo, pues, poder sobre mi Alma;

yo, Espíritu santificado que se halla en todos los lugares donde ella se encuentra…

¡Oh vosotros, Guardianes del Cielo, ciudad de mi Alma!

¡Restauradla! ¡Alimentadla!

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