El Poema de Gilgamesh

«[Amigo mío], vi un sueño anoche: Los cielos [gemían], la tierra respondió2; [... ] yo estaba [sol]o. [... ] su faz se oscureció. Como en [...] era su rostro. [... como] las garras del águila eran sus zarpas. (20) [... ] él me dominó. [... ] él salta. [... ] él me sumergió.

(23-30) (mutilado o ausente)

[ ... ] ... él me transformó, De forma que mis brazos eran [... ] como los de un ave. Mirándome, me guía a la Casa de las Tinieblas, La mansión de Irkalla, A la casa que no abandona quien entró en ella, Por el camino que no tiene regreso, A la casa cuyos habitantes carecen de luz, Donde el polvo es su vianda y arcilla su manjar. Están pergeñados como pájaros, con alas porvestiduras, Y no ven luz, residiendo en la oscuridad.

(40) En la Casa del Polvo, en que había entrado, Contemplé [gobernantes] sin sus coronas; [Vi príncipes], a los (nacidos) para la corona, Que habían regido la tierra desde días pretéritos. [Estos dobl]es de Anu y Enlil servían carnes asadas; Servían pasteles y escanciaban Agua fresca de los odres.

En la Casa del Polvo, en que había entrado, Reside el sumo sacerdote y el acólito, Reside el encantador y el extático, Residen los lavadores, ungidores de los grandes dioses. Reside Etanal, reside Sumuqan.

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