La Biblia

8 Maldíganla los que maldicen el día, Los que se aprestan para despertar a Leviatán.

9 Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana;

10 Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.

11 ¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre?

12 ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase?

13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso,

14 Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que reedifican para sí ruinas;

15 O con los príncipes que poseían el oro, Que llenaban de plata sus casas.

16 ¿Por qué no fui escondido como abortivo, Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

17 Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

18 Allí también reposan los cautivos; No oyen la voz del capataz.

19 Allí están el chico y el grande, Y el siervo libre de su señor.

20 ¿Por qué se da luz al trabajado, Y vida a los de ánimo amargado,

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