La Biblia

19 El que ama la disputa, ama la transgresión; Y el que abre demasiado la puerta busca su ruina.

20 El perverso de corazón nunca hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal.

21 El que engendra al insensato, para su tristeza lo engendra; Y el padre del necio no se alegrará.

22 El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.

23 El impío toma soborno del seno Para pervertir las sendas de la justicia.

24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría; Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.

25 El hijo necio es pesadumbre de su padre, Y amargura a la que lo dio a luz.

26 Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir a los nobles que hacen lo recto.

27 El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.

28 Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.

18

1 Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio.

2 No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en que su corazón se descubra.

3 Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, Y con el deshonrador la afrenta.

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