… Cuando me pongo a meditar sobre todo lo que me rodea, no llego nunca a un resultado positivo. De vez en cuando, habría que reflexionar, pero esto requiere tiempo. En el fondo, esto del tiempo no sería un inconveniente muy grave, pues nunca he tenido tanto como en esta guerra y particularmente aquí en Stalingrado. Hace dos días hablé con el sacerdote y estuvimos dialogando largo rato, pero no pudimos ponernos de acuerdo, pues el dolor me parecía mayor que la posibilidad de consuelo. El sacerdote opinaba que en este tema llegábamos a un punto en el cual tiene que cesar la filosofía y debe empezar la religión. Uno de nosotros dos tiene, sin duda, razón y yo me pregunto: ¿Tiene esto verdadera importancia? Y persisto en meditar; me paso horas enteras sentado en el refugio y sumido en cavilaciones.