Los Lanzallamas

"LA BUENA NOTICIA"

La lámpara del escritorio estaba encendida cuando entraron. El Astrólogo le señaló a Barsut el sillón forrado de terciopelo verde, y éste, sentándose, aguardó en actitud de expectativa mientras que el otro se dirigía al armario. De allí, el Astrólogo sacó un paquete cuya envoltura de diario arrojó al suelo. Barsut observó que eran fajos de dinero. Simultáneamente, el Astrólogo echó mano al bolsillo trasero del pantalón, extrajo una gruesa pistola de calibre 40 y paquete y pistola los colocó sobre el escritorio, frente a Barsut ―que lo miraba asombrado―, y dijo:

—Sírvase. Aquí están sus dieciocho mil pesos. Usted queda libre de ayudarme o de irse por su propia voluntad. Tiene cinco minutos para pensarlo. El revólver es para que usted vea que no le he tendido ninguna celada. Voy arriba. Dentro de cinco minutos bajaré a recibir su contestación. Si antes de los cinco minutos ha resuelto irse, puede salir.

Y sin mirarlo le dio la espalda, salió al pasillo y Barsut escuchó sus pesados pasos en los tramos de la escalera que conducía al desván de los fantoches.

Quedó solo Barsut. Diez mil voces interiores gritaban en él:

—¿Pero será posible esto? ¿Será posible?… ¡Norteamérica!…

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