Los Lanzallamas

LA CORTINA DE ANGUSTIA

Las diez de la noche. Erdosain no puede conciliar el sueño…

Los nervios, bajo la piel de su frente, son la doliente continuidad de sus pensamientos, a momentos mezclados como el agua y el aceite, sacudidos por la tempestad, y en otros separados en densas capas, como si hubiera pasado por el tambor de una centrífuga. Ahora comprende que bailen en él distintos haces de pensamiento, agrupados y soldados en la ardiente fundición de un sueño infernal. El pasado se le finge una alucinación que toca con su filo perpendicular el borde de su retina. El espía, sin atreverse a. mirar demasiado. Está atado como por un cordón umbilical al pasado. Se dice: “puede ser que mañana mi vida cambie”, pero es difícil, pues aunque el sueño termine por disolverse, siempre quedará allí en su interior un sedimento pálido: Barsut estrangulado, Elsa retorciéndose entre los brazos de un hombre desnudo.






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